Consejos para
profesores con alumnos afectados de TDAH en secundaria
La sociedad y cada uno de nosotros, sabemos que
necesitamos profesores que, a pesar de las sobrecargas laborales el desaliento
que puede causar el no ser valorados y motivados por una sociedad que no ha
aprendido a ser agradecida con sus profesores (o no ha sido enseñada a ser
grata), luchan contracorriente y hacen de tripas corazón.
Solo los profesores por vocación, felices, entusiasmados
y motivados revisan y actualizan sus conocimientos, y no se quedan en los
libros y prácticas de la formación inicial docente. Crecen día a día en su
vocación y saben de su importante labor social.
El profesorado debe favorecer la integración de los
alumnos con TDAH y ayudarles a desarrollar destrezas sociales y académicas, con
el objetivo de formar ciudadanos dignos, capaces de desenvolverse en la
sociedad. Para el alumnado afectado por el TDAH “el papel del profesorado no
sólo es fundamental, es vital”.
Todo el profesorado quiere un buen rendimiento académico
en sus alumnos, independientemente de que padezcan alguna patología, síndrome o
trastorno, pero, en el caso que nos ocupa, lo primero que debe ocurrir para que
esto sea una realidad es que el profesorado comprenda y acepte el diagnóstico,
ya que esto ayudará a implementar las pautas correspondientes y a tener unas
expectativas adecuadas. Así mismo hemos de tener en cuenta que el rendimiento
académico no tiene nada que ver con las bases del aprendizaje.
Según las Instrucciones de 8 de marzo de 2017, de la
Dirección General de Participación y Equidad, por las que se actualiza el
protocolo de detección, identificación del alumnado con necesidades específicas
de apoyo educativo y organización de la respuesta educativa, la respuesta
educativa para atender a la diversidad comprende todas aquellas actuaciones
que, en el marco de la escuela inclusiva, tienen en cuenta que cada uno de los
alumnos y alumnas es susceptible de tener necesidades educativas, específicas o
no, especiales o no y, en consonancia con ellas, requieren unas medidas y
recursos que les hagan posible acceder y permanecer en el sistema educativo en
igualdad de oportunidades, favoreciendo el máximo desarrollo posible de sus
capacidades personales y garantizando así el derecho a la educación que les
asiste.
En toda la legislación y ordenación del sistema educativo
se observa una secuencia descendente que consiste en concretar y adaptar cada
vez más los contenidos y los principios educativos a la realidad inmediata.
Este proceso comienza con los niveles de concreción curricular (nivel estatal,
nivel autonómico, nivel de centro) y continua con las adaptaciones que el
profesorado hace para su alumnado concreto (nivel de aula, nivel individual)
que podrían también ser considerados como los últimos escalafones de la
concreción curricular.
Así mismo, este principio rector queda patente en la
aplicación progresiva y gradual de las medidas de atención a la diversidad, de
modo que se toman en primer lugar aquellas de tipo preventivo y general
aplicadas a la gran mayoría del alumnado y, según éstas fracasan o se muestran
insuficientes, se van aplicando medidas concretas e individuales, llegando
hasta la adaptación extraordinaria o incluso, en los casos más severos, a la
escolarización en centros de educación especial.
De todas formas, con diferencias o sin ellas, hay una
serie de pautas que pueden ayudar a que todos los niños afectados por el TDAH
lleven perfectamente bien los estudios y, sobre todo, a hacerlo con una
regulación emocional que juegue a favor de su autoestima y su autoconcepto,
aspectos que en los TDAH pueden verse muy mermados, lo que provoca efectos muy
negativos.
Por otra parte, el Trastorno por Déficit de Atención
e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico de inicio en la infancia
y de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión
genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infanto-juvenil,
llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos. Está caracterizado
por tres síntomas que provocan una dificultad de mantener la atención
voluntaria frente a actividades, tanto académicas como cotidianas, excesivos
movimientos sin finalidad y unido a la falta de control de impulsos. La
sintomatología puede manifestarse de forma diferente según la edad del niño/a y
se debe desarrollar en dos o más ambientes como en casa y en el colegio. Se da
con mayor frecuencia entre los niños que entre las niñas en una proporción 2:1,
y lo padecen tanto niños como adolescentes y adultos de todas las condiciones
sociales, culturales y raciales (DSM - 5, 2013).
Gracias a las investigaciones científicas sabemos que
el TDAH conlleva una serie de dificultades específicas en la capacidad
atencional y en el control de impulsos, así como problemas de aprendizaje
alteraciones de conducta asociadas y problemas de tipo emocional y de
interacción social. Estas dificultades suelen provocar en los afectados unos
índices bajos de autoestima, así como resultados académicos por debajo de sus
capacidades.
Para el abordaje de esta problemática es de esencial
importancia poner el énfasis en aquellas técnicas educativas y conductuales
encaminadas a fomentar una mejora en el aprendizaje académico y competencia
social, lo que necesariamente viene acompañado de programas de entrenamiento y
formación para padres y docentes, así como un establecimiento de estrategias de
actuación conjunto. Se persigue que tanto la familia como los profesionales
implicados trabajen siguiendo una misma línea para que el menor se desarrolle,
adquiera competencias y, en conclusión, pueda tener una buena calidad de vida.
La problemática que presentan los afectados por TDAH
en el ámbito académico (falta de control de impulsos y dificultades en la
demora de la gratificación, dificultades atencionales y gran distractibilidad,
impulsividad, problemas en la atención sostenida y la memoria de trabajo, etc.)
requiere un diseño del trabajo educativo por parte del docente que tenga en
cuenta estas características que les ocasionan dificultades para comportarse de
forma adecuada, interactuar de forma funcional y seguir el ritmo de las clases.
Para esto es fundamental que el docente realice una formación específica para
que conozca de forma profunda en qué consiste el trastorno, sus bases
biológicas y las peculiaridades comportamentales, de procesamiento y
emocionales que conlleva. El objetivo es ajustar las expectativas del
profesorado, la dotación de estrategias para una correcta adecuación y
adaptación de los aspectos curriculares, ambientales y organizativos del aula,
así como de habilidades comunicativas y de interacción adaptadas a la
idiosincrasia de cada alumno afectado por el TDAH.
A falta de esto podemos adelantar unos consejos para
que los docentes puedan tener unas herramientas básicas para actuar con alumnos
afectados por TDAH.
El profesorado, junto con los padres, son una pieza
clave a la hora de encauzar el comportamiento del alumnado con TDAH y minimizar
los efectos de sus síntomas con el fin de mejorar su aprendizaje, sus
habilidades sociales y su autoestima.
Para ello, el
profesor/a puede poner en práctica unas medidas relativamente sencillas, pero
muy efectivas que, en términos generales, son:
•
La empatía, la tolerancia, la paciencia y la autoridad son fundamentales en un profesor/a
que tiene alumnos afectados
por el TDAH.
•
Cuando hay que hablar con ellos, lo mejor es hacerlo en
privado, para no avergonzarle frente al resto de la clase.
•
Hay que valorar el nivel en el que se encuentra el alumno/a en las distintas materias,
identificando sus debilidades y fortalezas.
•
Es apropiado que el aula donde esté el niño/a con TDAH tenga un número reducido de alumnos y un ambiente positivo de
trabajo.
•
Las normas deben de ser claras, con un clima de orden
y compañerismo.
•
Es conveniente que se ubique en la primera fila, rodeado
de alumnos tranquilos. A ser posible, alejado de ventanas y puertas para evitar la distracción.
•
Sobre el pupitre sólo debe tener lo que es necesario en cada momento, acostumbrándole a que guarde lo que ya no vaya
a utilizar.
•
Las órdenes e instrucciones en el aula deben ser cortas y
directas, con refuerzos positivos.
•
Es conveniente adaptar contenidos, tareas y exámenes, haciéndolos más breves, con enunciados cortos y con palabras clave
remarcadas o, incluso, de forma oral si se considera necesario. Con la finalidad de evitar la distracción, es mejor limitar el formato a una, dos o
tres preguntas por página.
El alumnado con TDAH puede tener un correcto
desarrollo escolar si se aplican las intervenciones adecuadas en el aula sin
perjuicio para el resto de los alumnos. Esto no significa bajar el nivel de exigencia
del alumnado con TDAH, sino implantar unas técnicas de modificación conductual
y de intervención en el aula adaptadas a sus necesidades específicas. De esta
manera, se le podrá ayudar a combatir sus síntomas y las conductas que se
derivan de ellos, evitando que cometa errores por descuido, a terminar sus tareas
adecuadamente y a disminuir su mal comportamiento. Todo ello conllevará la
mejora de su rendimiento académico y su integración con los compañeros,
propiciando un buen ambiente general en el aula.
Así, nos atrevemos a decir que un buen profesor/a
para los alumnos afectados por TDAH es el:
• Que haga que el
Trastorno no sea tan trastorno y comiencen a verse las oportunidades.
• Que comprenda el
trastorno y sus dificultades.
• Que facilite el aprendizaje.
• Que utilice recursos
educativos adecuados.
• Que establezca un
canal de comunicación directo con los padres.
• Que utilice los
servicios de orientación.
• Que se forme e
informe.
• Que no cargue a los
padres de culpas.
• Que sea uno/a más en
el progreso del niño/a.
• Que evalúe más la
competencia que el conocimiento memorístico.
No es imposible, pero tampoco dijo nadie que fuese
fácil.
A continuación, se indican unos consejos prácticos
según el síntoma prevalente del niño/a con TDAH en la etapa de secundaria,
bachillerato y formación profesional e incidiendo en los puntos a tratar en los
que tiene problemas: evaluación, comportamiento, modificación de su conducta,
motivación, etc.
En general, los jóvenes que se encuentran en la
adolescencia necesitan de un guía que les oriente y dé seguridad para su desarrollo
personal y profesional. Un papel que adquiere mayor importancia aún en los
adolescentes con TDAH.
A. Déficit de Atención y
Problemas en el Aprendizaje
a.
Síntomas
A menudo, los adolescentes con TDAH suelen tener
problemas en el aprendizaje, lo que les lleva a una constante frustración. Esto
se debe a que, aunque son inteligentes, se ven incapaces de demostrarlo, bien
por conflictos a la hora de asimilar conocimientos, como por dificultades a la
hora de transmitirlos. Los síntomas que presentan los jóvenes con este
trastorno son los siguientes:
•
Siente apatía por el colegio o instituto.
•
Se aburre durante las clases.
•
Debido a que no es capaz de mantener la atención, suele
no entender las explicaciones del profesor/a.
•
A pesar de que es inteligente, sus calificaciones son bajas.
•
Tiene problemas de concentración durante el estudio, lo que impide la asimilación de conocimientos.
•
Deja la realización de las tareas para el último momento.
•
Es posible que en algunas materias obtenga buenos resultados, mientras que en otras fracase. Esto puede deberse al interés que tenga en la asignatura y en la forma de impartir clase del
profesor.
Estas dificultades generales suelen tener consecuencias
concretas en el aprendizaje, en áreas como la lectura, las matemáticas, la escritura,
el procesamiento del pensamiento, la memoria visual, la auditiva, las
relaciones espacio-temporales, la coordinación visomotora, el orden y la
pulcritud.
b.
Pautas para combatir problemas en el aprendizaje
Cómo impartir las clases:
•
Ofrecer un alto grado de motivación, participación y refuerzo
multisensorial.
•
Evitar la abundancia de explicación verbal y el dictado del material.
•
Las lecciones deben de ser dinámicas y estructuradas para motivar el
aprendizaje. Las rutinas ayudan a una mejor organización.
•
Explicar con detalle los procesos sobre cómo hacer las cosas.
•
Enseñar técnicas de estudio, con aplicación práctica en el aula.
•
Fomentar el trabajo cooperativo entre alumnos para ayudar en la dedicación
continua a una misma tarea.
•
Dividir el trabajo en pequeñas cantidades para ayudar al cumplimiento de
cada una de las tareas.
•
Tratar de empatizar con el alumno/a a través de una actitud de
autoridad, apoyo y confianza, para que se sienta apoyado en el proceso del
aprendizaje.
Para lograr que el alumno/a aprenda a aprender:
•
Actuar como mediador entre el joven y las estrategias y habilidades para
aprender, asimilar y dominar contenidos.
•
Aplicar una enseñanza para todos, de tal modo que se responda a las
necesidades de los diferentes alumnos, asegurando el éxito académico. Para
ello, hay que cambiar el concepto de decirle al estudiante lo que ha hecho mal,
por el de enseñar a cómo hacerlo bien. Asimismo, hay que:
-
Conocer las debilidades y fortalezas de cada alumno/a.
-
Transmitir conocimiento vinculado a la asociación y la vivencia.
-
Favorecer el análisis de la información.
-
Motivar la realización de ejercicios prácticos.
•
Mantener una comunicación fluida con los padres para informarles de cómo
pueden ayudar para fortalecer el aprendizaje de sus hijos.
c.
Ejercicios prácticos
Motivar al alumno/a para que trabaje:
•
Ofrecer algún tipo de incentivo que ayude al alumnado a interesarse por conseguir
alguna meta.
•
Fomentar la persistencia como una vía para obtener el éxito.
•
La motivación depende en gran parte de las posibilidades reales de
conseguir lo propuesto. Por el contrario, la desmotivación es fruto de una
elevada dificultad.
•
A través de las tareas, los alumnos buscan satisfacer una serie de
necesidades, que hay que ayudarles a conseguir:
-
Independencia, mediante la toma de sus propias decisiones.
-
Capacidad de resolución, tras comprobar que pueden hacer las cosas por si
mismos de manera satisfactoria.
-
Sentido de pertenencia, formando parte de algo más grande.
-
Estimulación, a través de encontrar placer con lo que se hace.
Adecuación curricular:
•
Es necesario adaptar el programa educativo a las necesidades particulares
de cada alumno/a, con el fin de evitar el fracaso. El profesorado está plenamente cualificado
para hacerlo, solicitando la ayuda del orientador en caso de considerarlo
necesario, ya que no supone una disminución del nivel de exigencia, sino una
adaptación en la forma de transmitir y adquirir conocimientos, así como en los
procedimientos para su evaluación.
•
Antes de realizar las adecuaciones, hay que tener en cuenta varios puntos:
§
Respecto al alumno/a:
o Analizar sus debilidades y
fortalezas en materia de estudio.
o Identificar sus necesidades.
o Marcar claramente el objetivo
de la enseñanza.
o En base a ello, realizar una
adecuación concreta y adaptada a las características de cada
estudiante que lo necesite.
§
Respecto al resto del grupo:
o Explicar en qué consiste una
adecuación curricular.
o Fomentar el respeto a las
diferencias de cada uno de los miembros.
o No etiquetar a nadie como
“diferente” o “especial”, y fomentar que el resto del grupo tampoco lo haga.
o Dejar claro que adecuación
curricular no significa disminuir el nivel de exigencia.
•
De forma paralela, el profesor/a debe de enseñar al alumno/a formas de compensar sus
debilidades, de tal modo que poco a poco vaya superándolas. En cualquier caso,
hay que tener en cuenta que los problemas de atención y aprendizaje no se curan
con la madurez, y la necesidad siempre estará ahí aunque pase el tiempo.
B. Hiperactividad e Impulsividad
a.
Síntomas
Las actitudes propias de la adolescencia, que
aparecen por tratarse de una etapa de desarrollo, se ven agravadas cuando el
joven o la joven padece TDAH con predominio de Impulsividad o Hiperactividad.
Por ello, antes de tomar medidas, hay que determinar
las causas de esos comportamientos.
Los síntomas son los siguientes:
•
Conducta rebelde ante el intento de terceros de controlar sus emociones y
comportamiento.
•
Continuo enfrentamiento con la autoridad.
•
Rechazo al colegio dado que no encuentra relación entre el mundo real y lo
que le ofrecen en las aulas.
b.
Pautas para combatir la Hiperactividad y la Impulsividad
Prevenir la aparición de conflictos:
•
Crear un ambiente en el que se fomente la comunicación.
•
Establecer las reglas de una forma clara y precisa.
•
Tener previstos patrones de actuación para afrontar situaciones de enfado, frustración o, incluso, agresión.
•
Mantener una actitud hacia el alumno que favorezca la confianza.
Ejercer la disciplina:
•
Adoptar una actitud firme a la hora de hacer que se cumpla la norma. Esta
actitud se caracteriza por la claridad, pero siempre de forma respetuosa,
abierta y afectiva.
•
Evitar actitudes permisivas (falta de firmeza y constancia) y dominantes
(promueven la hostilidad y el ambiente negativo), que son menos efectivas. El
respeto entre ambas es fundamental en las relaciones dentro y fuera del aula.
•
Adoptar una comunicación positiva, en la que se escuche al adolescente, sin
enjuiciar, ni criticar, primando siempre la comprensión, la confianza y la
empatía.
•
Utilizar la negociación para la resolución de conflictos. El profesor/a debe identificar el origen
del problema y plantear posibles formas de solucionarlo, haciendo partícipe al
alumno/a para que asuma su responsabilidad.
•
Cambiar castigos por consecuencias lógicas. Es decir, cuando un alumno/a lleve a cabo una conducta
inadecuada, en lugar de amonestarle, se le aplicará una consecuencia lógica de
la misma. Por ejemplo, si habla en clase con un compañero/a, se le separará de él para
evitar que continúe haciéndolo.
•
Utilizar el costo de respuesta para disminuir comportamientos inapropiados.
Consiste en que el joven tiene que pagar con un privilegio como consecuencia de
no cumplir lo establecido. Para ello, el alumnado debe de saber previamente
qué comportamientos son los que derivan en esta medida. El tiempo que dure la
supresión de privilegios no debe ser muy extenso, ya que puede convertirse en
un castigo para el alumno/a.
Cómo afrontar las conductas desafiantes:
•
Es conveniente no prestar atención a determinadas conductas.
•
Ofrecer alternativas de solución ante un problema.
•
Mostrar una actitud firme en la toma de decisiones.
•
Escuchar sin entrar en discusiones.
•
Utilizar el “tiempo fuera”.
•
No hay que sermonear, presionar, adoptar una actitud de superioridad, ni
tampoco promover una lucha de poder.
C. Evaluación
El contexto
escolar en el que se trabaja con los alumnos afectados por el TDAH es decisivo
en el resultado de su evolución académica. Al tratarse de alumnos con un
trastorno de origen neurobiológico, dependiendo de ese contexto, sus síntomas
de inatención, hiperactividad e impulsividad se agravarán y se darán con mayor frecuencia
e intensidad (lo que desembocará en una deficiente evolución) o, por el contrario,
se atenuarán, logrando así que el alumno/a evolucione satisfactoriamente.
Es imprescindible que el profesorado tome las medidas
de actuación precisas para establecer una evaluación personalizada, adaptada a las
necesidades de todos los alumnos con TDAH con el fin de conseguir su éxito
escolar.
A continuación, se indican una serie de
recomendaciones para determinar el sistema de evaluación correcto para estos
alumnos:
a.
Tipo de exámenes
•
Reflexionar sobre cuál es el tipo de prueba (oral o escrita) y formato (de
desarrollo, verdadero/falso, esquemas, frases para completar, etc.) más
conveniente para el alumnado afectado por el TDAH. Para ello, el tutor debe recopilar de todos los
profesores que imparten clase al alumno/a los diferentes formatos de
exámenes que utilicen para así establecer las pruebas más idóneas que facilitan
al alumno/a demostrar sus habilidades y conocimientos adquiridos.
•
Entregar los exámenes escritos al alumno/a, para evitar la lentitud de
procedimientos, como la copia o el dictado, lo que puede
acarrear errores que no son propios de la evaluación.
•
Permitir al alumno/a que presente problemas de escritura, hacer los exámenes de forma oral o
mediante procesador de textos.
b.
Calendario
•
Coordinar el calendario de los exámenes, para evitar el sobreesfuerzo de
estos alumnos a la hora de su preparación y realización. Por ello, es
conveniente realizar como máximo dos exámenes a la semana, aunque es preferible
que sólo fuese uno. En todo caso, se debe procurar que nunca coincidan los dos
el mismo día.
•
Programar los exámenes al menos con una semana de antelación y informar a los padres de las fechas
de realización.
•
Realizar los exámenes en las primeras horas de clase, para lograr el máximo
rendimiento.
c.
Antes del examen
•
Aconsejarle el uso de marcadores de tiempo (cronómetros o recordatorios), para
conseguir una adaptación a sus dificultades de la gestión del tiempo.
•
Asegurarse de que tiene todo el material necesario para realizar la prueba
de evaluación: folios, lápices, gomas, etc., y que tenga varios para que, si se
caen al suelo, no pierda tiempo en buscarlos.
d.
Durante el examen
•
Cerciorarse de que el alumno/a ha entendido bien las
preguntas que se le formulan en el examen, permitiéndole acercarse a la mesa del
profesor si tiene alguna duda, tantas veces como sea necesario.
•
Dejarle moverse en el asiento o ponerse de pie cuando lo precise, ya que su
actividad motora no le permite estar todo el tiempo de la prueba en su asiento.
•
Permitirle que haga el examen en una o dos sesiones, si se le observa muestras
de cansancio mientras realiza la prueba escrita.
•
Algunos alumnos con TDAH van muy lentos, mientras que otros se precipitan
y, debido a su impulsividad, responden mal a las preguntas. Por ello, durante
el examen se le debe dar el siguiente apoyo:
-
Guiarlo si no se concentra.
-
Asegurarse de que entienda las preguntas.
-
Comprobar que ha respondido a todas las preguntas.
-
Recordarle que repase sus respuestas antes de entregar
el examen.
e.
Evaluación continua
Los exámenes continuos ayudan al alumnado afectado por
el TDAH a obtener una información que les permite mejorar en su proceso de
aprendizaje, ponerse nuevas metas y poder exponer aquello que saben en todo
momento. Esto conlleva un aumento de los buenos resultados, lo que a su vez
hace que su motivación sea mayor, y por tanto, se sientan más exitosos.
Asimismo, al sentirse mejor emocionalmente, están más
dispuestos a dejarse modelar, por lo que se minimiza también el riesgo de que
ocasionen problemas de conducta en el centro educativo.
Por tanto, el intercambio de información entre profesorado
y alumnado afectado por el TDAH es fundamental para saber qué conocimientos ha
interiorizado y cómo puede seguir progresando, por lo que se han de establecer
las siguientes pautas de actuación:
•
Encontrar sus mejores momentos de rendimiento para realizar la evaluación
continua en las horas de clase de las diferentes materias.
•
Las evaluaciones formales deben ser frecuentes y no deben contener mucha
materia para evitar que realicen un esfuerzo excesivo para su preparación. Éste
suele provocarles un cansancio y agotamiento que les impide rendir, les desanima
y propicia que abandonen antes de empezar a estudiar, debido a su incapacidad
para sostener la atención y concentración durante el tiempo necesario.
En definitiva, se trata de que la evaluación a los
escolares afectados por TDAH sea personalizada, de manera que se les permita
combatir el fracaso académico, mientras se respetan los principios pedagógicos
de calidad, equidad y atención a la diversidad del alumnado, que son
consustanciales a nuestro sistema educativo.
Si a pesar de la adopción de estas medidas y otras
similares los alumnos fracasan y no se obtienen los resultados esperados, los tutores
deberán coordinar actuaciones con todos los profesores para analizar la situación
y plantearse cómo mejorar el aprendizaje previsto, tomando medidas de ajuste
curricular y educativo que permitan mejorar el proceso educativo del alumno.